sábado, 9 de febrero de 2013

DEBAJO DE LA MESA...




Ella estaba fascinada por él. Cada vez que notaba su presencia algo se encendía en sus entrañas. Se estremecía con sólo recordarlo. Cada día, en la biblioteca, lo espiaba mientras estudiaba, en una mesa escondida a los ojos del resto del mundo. Se aislaba. Ella moría por compartir la misma isla con él. Por perderse, para siempre, en esa isla...con él.
Esa noche calurosa de verano, se arma de valor. Se pone un delicado vestido de lino blanco de finos tirantes. Unas delicadas sandalias de cuero y nada de ropa interior. Colorea su sugerente boca con un color coral apagado y decide soltar su melena al aire.  Llega a la biblioteca pasadas las 12 y media de la madrugada. Apenas unos pocos estudiantes luchando por no dormirse sobre los apuntes y un viejo y decrépito bibliotecario a punto de jubilarse, roncando detrás del mostrador. Atraviesa, decidida, la sala en un suspiro y justo antes de llegar a los dominios de su "Apolo" guarda la compostura y se acerca a la mesa elegantemente.  Él sigue enfrascado en la lectura. Ella cae sobre la silla, decepcionada en el primer intento de seducirlo. Coloca los libros y los apuntes a un lado y se disculpa por el ruido que produce al caérsele, oportunamente, el lápiz al suelo. Él la mira por encima de sus gafas de Lennon, con un gesto irritado y a ella se le hace añicos su pequeño corazón. Pero no se rinde. Aprovechando el calor que inunda la sala se levanta y en voz baja le pide permiso para abrir la ventana. Él asinte, mientras la mira sin poder evitar mirar sus pequeños pechos moverse enérgicamente mientras ella batalla por abrir el pestillo. Hasta que finalmente lo consigue, para darse cuenta de que él la mira embelesado. Se sinte descubierto y torpemente vuelve la mirada a sus libros. ¡Bingo!, piensa ella...
Pasan los minutos y él no para de mirarla. No puede concentrarse. 
"Mierda su boca, su pelo, oohh!!... su escote... "
Ella, consciente del efecto que le ha causado se lo toma con calma, vanagloriándose. En un momento sus miradas se cruzan, sin mediar palabra ella tiene una idea. Está decidida. Aparta la silla de la mesa y se escabulle debajo. Se acerca lentamente hacia él. Mientras él permanece inmovil, expectante. Pone sus manos sobre las rodillas de él. Y le acaricia lentamente los muslos.  Él comienza a jadear escándalosamente, pero por suerte son casi las 3 de la madrugada y quedan dos personas al principio de la sala. Ella, descarada y juguetona, posa sus manos sobre la entrepierna de él. Y comienza a bajarle la cremallera, lenta y delicadamente. Él continua quieto, con el corazón luchando por no escapársele por la boca. Se deja hacer, ella le acaricia y tira suavemente de los calzoncillos, con los dientes. Él está expuesto, la excitación es tan grande que le cuesta respirar. Ella roza, lentamente su lengua por la punta de su pene. Traviesa y juguetona. Él ya no puede disimular, su erección es evidente. Ella le agarra el miembro y se lo introduce, muy despacio en la boca. Juega con él, se recrea, lo mima. Él por primera vez se mueve acariciándole el pelo suavemente. Ella continua succionando, recreándose en él. Y nota como él contrae las caderas, es inminente, le tira de el pelo jadea y.... se va dentro de su boca. Trata de evitar los gemidos, pero a esas alturas solo queda el viejo bibliotecario cuyos ruidosos ronquidos los anulan por completo. No sabe que hacer ni que decir. Ella se retira lentamente, mientras se pasa los dedos por los labios. Limpiándose los restos de la boca lascivamente. Y poco a poco se va retirando a su silla, gateando coqueta bajo la mesa. Victoriosa y triunfante, se levanta  y coge ,uno a uno, sus libros y apuntes. Lo mira divertida, mientras se gira y va directamente a la salida de la sala. Dejándolo sólo y cachondo para el resto de la noche... Suspira aliviada, feliz y de pronto.... 
- ¡Ohhh, noooo!!,¡mierda!!!... me he dejado el móvil... 
Pero ya es demasiado tarde. Cuando se gira , él está esperandola en la puerta sosteniéndolo en la mano. Sonriéndole, malicioso, sabiéndose ganador. Ella se acerca insegura a cogerlo pero, en un descuido, él atrapa su otra mano y le dice al oido: 
- ¿que vas a hacer ahora para recuperarlo, gatita?-.

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