domingo, 5 de agosto de 2012

El ÚLTIMO ACTO


Esta odiosa falda que me llega a los tobillos, con las puntas ensangrentadas, me impide el paso entre los adoquines. Este lento paseo por las calles vacias y oscuras. Testigo de mis tormentos. A cada paso que doy se escapa mi vida en cada aliento. Y jadeo, angustiada, buscando entre la niebla un portal donde cobijarme de la incesante lluvia que me golpéa, martirizante y despiadada. Es mi castigo, por mi desprecio. Es todo lo que me queda. Pero no me dejes sóla, dime algo. Muestra tu espíritu. Al menos dame eso.
El tiempo avanza, despacio. Las luces del alba se demoran, me desafían a mantenerme alerta, despierta. A no cerrar los ojos. La oscuridad me asusta, que ironía. Yo que me jactaba de valiente. No soy más que una pusilánime cobarde que...
Pero sujétame, por dios, te lo ruego. Dame, aún, sólo unos instantes.Sólo unos metros mas. Hasta llegar al río. Me tumbaré bajo el puente, a esperarte... Mi dulce amante, mi dulce...muerte... (Virginia Martín)