Surgió
entre la bruma, como un espectro fantasmal. Se había desprendido de casi toda
su ropa. Sólo cubierto por una fina capa de seda que mostraba su seductora
silueta. Antaño ella habría temblado de placer ante su presencia. En ese
momento lo hacía de terror. Ella lo había visto morir entre sus brazos. Vio
como la vida había abandonado su cuerpo, entre sollozos y lágrimas. Ella fue a
la última persona que vieron sus ojos. Y ahora estaba allí, frente a ella. Con
esos ojos penetrantes y seductores. Escrutando su rostro. Su corazón latía cada
vez mas deprisa y ella temía que el espectro pudiera oler su miedo. Permaneció
largo tiempo siendo observada y analizada por aquel ser. No se atrevió a
moverse hasta que el espectro acercó su mano en ademán de tocar su rostro. Ella
reaccionó apartándose asustada. Él sonrió y eso la relajó. Y suspiró con una
profunda tristeza al pensar que, aunque él la tocara, no lo podría sentir. Se
consoló al recordar sus caricias en vida. Y las lagrimas brotaron lentamente
surcando su rostro. El espectro torció el gesto con dolor y se acercó hasta
estar a escasos centímetros del rostro de ella. Y la besó. Con los ojos
cerrados, recibió el beso, creyendo imaginar que lo sentía. Era tan real la
caricia de sus labios que no fue hasta que abrió los ojos cuando se dio cuenta
que el espectro se había materializado. Acarició su pelo, atrayéndolo hacia
ella. En un desesperado intento de que él no se desvaneciera y que todo fuera
un sueño...
Una
potente luz amenazaba con cegarla, pero a ella no le importó. Sentía como las
entrañas se le retorcían y su corazón luchaba por latir, por no morir. Otra
descarga y su cuerpo se volvió a convulsionar. Ella no quería sufrir, quería
que él parara. Y se apartó bruscamente, y sus huesos fueron a dar en el frío suelo
del hospital. Los enfermeros se arremolinaban en torno a ella. Tratando de
levantarla entre una sinfín de cables. Ella abrió los ojos desesperadamente,
tratando de ver que estaba pasando. Una dulce voz trataba de tranquilizarla
mientras le acariciaba el rostro con tanta delicadeza. Se encontraba perdida y
desorientada. Sus ojos comenzaron a focalizar y descubrió aterrorizada, de
nuevo, el rostro de su amado. Le explicaron que no temiera, que había tenido un
accidente de trafico. Que había recibido un fuerte golpe en la cabeza y que
llevaba meses en coma. Que su corazón había dejado de latir por unos instantes,
que la habían intentado reanimar. Que habían temido por su vida. Pero que ella
era fuerte y lo había superado. Ella no dejaba de mirar al espectro. Repitiendo
que estaba muerto, que ella lo había visto morir. Él le dijo que todo había
sido un mal sueño. Que ya había acabado. El espectro tan sólo era el médico que
la había atendido durante todo ese tiempo. Ella cubrió su rostro tratando de
tapar sus mejillas rojas de la vergüenza. El doctor la miraba sonriendo con
ternura y ella supo en ese instante que ya no podría amar a otra persona en
toda su vida...