domingo, 23 de noviembre de 2014

DESEO... DESEAR...


Tú no me elegistes, porque el deseo no se elige.
Lo sientes, se palpa por cada uno de los poros de tu piel.
Puedo ver como sale de tus entrañas y sucumbe entre mis caderas.
El fuego se expande por mis venas, hirviendo
y desbaratando todos mis prejuicios.
No se finge, es transparente como el agua.
El deseo no nos detendrá ante nada ni ante nadie.
Puede volver a un hombre loco y destruir imperios.
 
Tu deseo tiene nombre de mujer, se balancea con la cadencia de su cuerpo.
En penumbra, en secreto, entre susurros y jadeos.
Lleva los cabellos al viento y se desliza entre mis sábanas de seda como una serpiente.
Libidinoso, sugerente, desafiante.
No entiende tus convencionalismos.
Me hará caer de rodillas a sus pies.
Hará de ti su esclavo, para siempre.
Podrá llegar a dominar nuestros instintos.
Desearás desear más, siempre querrás más.
Te arrastrará como a la corriente de un rio salvaje e indomable.
El deseo te desnudará, conseguirá que hagas cosas inimaginables,
prohibidas y hasta destruirte si te descuidas.
Puede que desees estar muerto cuando te abandone.
Desearás al deseo como a tu propia vida, como al aire que respiras.
Cuanto más lo reniegues, cuanto más lo evites,
más pronto caerás en su trampa.
Lamerás sus pies y beberás de sus labios,
su almibar puro, la ambrosia candente de su lujuria.
El deseo no tiene nombre reconocido.
Lleva el sello de todos los amantes.
Esta noche lleva tu nombre y el mio.
Déjate llevar, déjalo que nos envuelva.
Por esta noche no hay reglas.



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