jueves, 13 de octubre de 2016

A CIEGAS

Las luces de la casa estaban apagadas, sólo iluminada por la claridad de las farolas de la calle.
Ella no las encendió. No quiso romper la belleza serena del momento. Una suave melodía sonaba de fondo. Se descalzó y, al caminar por el pasillo, vió su cuarto iluminado por la tenue luz de las velas. Un sendero de petalos de rosa guiaban el camino. Se fue desvistiendo mientras caminaba, lentamente. Cubierta, únicamente, por el suave tacto de la ropa interior, llegó a la puerta de su habitación.
Él la esperaba cubierto por unos vaqueros sentado a los pies de la cama. El pelo revuelto y una sonrisa seductora en la cara.Con un movimiento sutil de cabeza le señaló el improvisado picnic en el suelo, junto a la cama. Copas de vino, manjares y un caja adornada con un enorme lazo sobre una especie de mantel blanco. Se dirigió hacia ella sin apartar la mirada. Tomó su rostro entre las manos y el beso fue largo y apasionado. Ella emitió un suave gemido. Se dejó guiar hacia el mantel del suelo. Sentados el uno junto al otro bebieron el vino en silencio. Ella moría por tocarlo. Pero se contuvo. Aún tenía miedo de expresar abiertamente sus sentimientos. Le habian hecho mucho daño, y sabía que él no tenía la culpa. Pero no podía evitarlo. Él le ofreció un trozo de sandía y al morderlo los jugos se escaparon de su boca y la tentación de morder esos labios fue demasiado fuerte para resistirse y la devoró sin tapujos. Y al hacerlo cayeron al suelo y comenzaron a tocarse, a lamerse... sin medidas. Y todo el banquete improvisado acabó hecho un ovillo a su lado. El vino se derramó sobre sus cuerpos desnudos y los encendió aún mas. Y los jadeos y gemidos se mezclaron con la música de fondo. Formando una melodía nueva, diferente. Hasta que los gritos de placer eclipsaron el silencio que invadía la casa,una vez acabada la musica de fondo.
Saciados y exhaustos permanecieron el uno junto al otro. Tocándose y besándose lentamente, sin prisa. Recreándose. Repararon en la caja que, aún , permanecía cerrada. Ella deshizo el enorme lazo y la abrió, sin más dilación. Descubrió un antifaz de satén negro en el interior. Ella le preguntó: ¿Por qué un antifaz, cielo?
- Para que puedas verme como te veo yo a ti. A ciegas. Nunca podré ver tu rostro. Mi ceguera es irreversible. Asi es mi entrega hacia ti, a ciegas. Sin medida. Confia en mis sentimientos. Confia preciosa...confia... no temas... déjate amar sin preguntas. Ni esperes respuestas...sólo confia...

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